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miércoles, 10 de julio de 2013

SERIE NEGRA (II)

Un relato de la Serie Negra, que hacía mucho que no, y con este calor apetecen cosas ligeras (y una caña bien fría o un gazpacho también)









LAS AVES EMIGRAN EN OTOÑO

El hombre de la gabardina avanza por la calle oscura y silenciosa, llega hasta el coche aparcado en la acera y, tras echar un rápido vistazo a su alrededor, abre la portezuela y se desliza, como un sinuoso ofidio, en el asiento del copiloto.
—Buenas, López —dice el hombre sentado al volante.
—Buenas, Costa —contesta el recién llegado—. ¿Qué tal la guardia?
—Un coñazo, tío. Esta tipa se ha propuesto matarnos de aburrimiento.
López va a decir algo pero Costa se le adelanta. Son ocho horas de vigilancia en solitario y tiene ganas de hablar. Está harto, dice. Llevan un mes vigilando a la mujer día y noche y la muy desgraciada aún no les ha dado la alegría de dar un paso en falso. Esa misma tarde ha salido: peluquería, apenas ha tardado dos horas, no se ha encontrado con nadie, no ha ido a ninguna otra parte. Y el resto del día... siempre lo mismo: paseo con el perro, compras en el centro comercial... Un aburrimiento mortal. Pero tiene que estar a punto.
—¿A punto de qué? —pregunta López.
De reventar por algún sitio, explica Costa. No es normal lo que pasa. Hace un mes que ha denunciado la desaparición del marido y en todo este tiempo no se le ha visto un gesto de tristeza ni de desánimo ni un asomo de preocupación. Y, por supuesto, ni una lágrima. Eso solo quiere decir dos cosas: o la tía estaba harta del marido y le ha hecho un favor inmenso al desaparecer  o...
—¿O...?
...o el marido, en realidad, no ha desaparecido, simplemente se ha esfumado y ahora está bien escondido, riéndose de los que llevan un mes buscándole hasta debajo de las piedras y ultimando los detalles de la operación que es la clave del asunto: largarse con la pasta de la empresa después de la suspensión de pagos.
—Vaya —musita López—... no es mala hipótesis.
Es la fetén, asegura Costa, lo dice él, que lleva muchos años en esto. Estos dos pajarracos se están preparando para despegar, chaval. Lo que pasa es que los figuras que llevan el caso parecen tontos, empeñados en encontrar el cadáver como si no estuviera claro lo que pasa. Pero qué otra cosa van a hacer, con lo cómodo que se está en la oficina, moviendo papeles, no se van a molestar mucho más, no como nosotros, horas y horas en el coche jodidos de frío. Y se marcha ya, que tiene el culo de corcho y la parienta le está esperando, que le sea leve.
—Gracias —contesta López—, hasta mañana.


A la media hora de empezar su turno, López saca su teléfono móvil y hace una llamada perdida. Veinte minutos más tarde, un taxi se acerca en sentido contrario y aparca a la puerta del chalet. La mujer tarda un rato en salir. Lleva impermeable, gorro y una pequeña maleta. López sale del coche, se acerca al taxi y se sube casi al mismo tiempo que ella.
Ya en el asiento trasero, López y la mujer se miran. Ella sonríe levemente y entonces él se lleva la mano al bolsillo interior de la gabardina, saca dos pequeñas libretas de tapas oscuras y se las da a la mujer. Ella abre la primera y busca la hoja en la que constan los datos, la fotografía. Lee y levanta la mirada.
—Julián Lesor —dice—... no está mal. ¿Y yo?
—Míralo —contesta López.
Abre el segundo pasaporte y busca su foto, su nuevo nombre.
—Lucía —dice en un murmullo—... Siempre me gustó.
—Y esto —dice López alargándole dos billetes de avión.
La mujer los abre solamente para comprobar el destino: Río de Janeiro. Se los devuelve a López. En la radio, el locutor da el parte meteorológico y anuncia, sin disimular su satisfacción, que debido a las lluvias de las últimas semanas, los pantanos están al ochenta por ciento de su capacidad. La mujer se vuelve hacia López, le sonríe con satisfecha complicidad y luego se inclina hacia delante para dirigirse al taxista.

—Al aeropuerto —dice. Y se pone la maleta sobre las rodillas. 

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. De algo me tiene que servir el haber leído la obras completas de doña Agatha...
      :-)
      Besos, reina.

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  2. Si es que da igual a lo que te enfrentes. No hay temática o extensión que se te resista. Me ha gustado mucho, efectivamente ha sido un buen refresco en esta noche estival.

    Besos y abrazos

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    1. No creas, a veces se me resisten. Pero hago lo posible para que no se note.
      :-)
      Un besazo, niña dulce.

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